Experimentar tristeza es normal y hay que aceptarla como un sentimiento que nos permite elaborar algunas situaciones vitales facilitándonos la adaptación y ayudándonos a afrontar las perdidas, a enfrentarnos a algunos cambios en nuestra vida, son la  señal que nos avisa que necesitamos solucionar alguna situación, otras favorece que pidamos ayuda a nuestra familia, nuestros amigos,.. el problema como vemos no es el desánimo, ni la tristeza o la falta de energía sino como los gestionamos, ya que si nos dejamos atrapar por ellos se pueden instalar en nuestra vida.

Sentirse desanimado, triste o con falta de energía es tan normal como sentirse alegre. Todas las emociones, tienen una función en nuestra vida, son necesarias, incluida la tristeza. Sin embargo, si estos sentimientos persisten y se intensifican e interfieren en nuestra vida cotidiana, nuestro trabajo, la vida familiar, nuestras responsabilidades,… Es importante que aprendamos a gestionarlos adecuadamente, si no lo hacemos, si podemos llegar a tener un problema importante.

 


Si queremos aprender a gestionar estas emociones podemos acudir a un profesional y aprender a mantenerlas a raya para no dejarnos atrapar, pero si tenemos algunos de estos síntomas, durante un tiempo,  ha llegado nuestra hora de pedir ayuda y evitar problemas mayores:

  • Le cuesta mucho esfuerzo hacer las actividades cotidianas o deja de hacerlas.
  • Tiene sensación de tristeza, vacío o decaimiento casi a diario.
  • Cuando hace actividades cotidianas siente enlentecimiento o agitación.
  • Ha perdido el interés y el placer por cosas que antes le gustaban y eran gratificantes.
  • Tiene cambios importantes en el apetito, ha disminuido o se ha incrementado en exceso.
  • Llora con mayor frecuencia, algunas veces no es capaz de llorar aunque sienta muchas ganas de hacerlo.
  • Tiene alteraciones en el sueño, duerme poco o demasiado, le cuesta conciliar el sueño, tiene despertares frecuentes, se despierta temprano y no puede volver a conciliar el sueño.
  • Los sentimientos de inutilidad, de desvalorización excesiva, de culpa,… están presentes en su día a día.
  • Ha disminuido su interés por las relaciones sociales, las ha reducido o las evita.
  • Le molestan los comportamientos de los demás con más facilidad.
  • Tiene sensación intensa de cansancio que le dificulta las actividades cotidianas..
  • Le cuesta concentrarse en una tarea concreta y tomar decisiones y tiene pensamientos negativos sobre sí mismo y sobre los demás.
  • Tiene deseos de morirse o pensamiento sobre la propia muerte. Desea estar muerto o piensa o fantasea sobre la manera de hacerse daño.

 

Asistencia Psicológica