Todas las familias pasan por situaciones complicadas, en las que no resulta fácil ni comunicarse, ni llegar a acuerdos y la mediación familiar, puede ser, la alternativa más cercana y adecuada para resolver estas diferencias.

La Mediación Familiar aborda las dificultades y conflictos familiares, con la intervención de un mediador neutral que tiene como objetivo facilitar la resolución de una disputa entre dos o más partes, identificando los problemas, buscando alternativas de mutuo acuerdo mediante el dialogo y promoviendo una solución conjunta. Cuando se acude a la justicia para que ponga la solución, ésta es impuesta; nadie conoce como vosotros vuestros problemas y vuestra situación y por tanto, las mejores soluciones saldrán de vosotros, aunque:

“No siempre es fácil encontrar el mejor camino para resolver un problema”

¿Cuándo hay que recurrir a un Mediador Familiar?

La mediación siempre es recomendable cuando las partes que están en conflicto tienen que continuar con la relación a lo largo del tiempo, muchas veces indefinidamente. La mediación supone un menor coste tanto emocional cono económico para la familia, y preserva la relación entre las personas. Siempre hay que partir de:

“Juntos sois más eficaces que enfrentados” 

Las situaciones más frecuentes son:

Si estáis pensando en separaros, queréis hacerlo de mutuo acuerdo y evitar enfrentamientos inútiles, tanto si estáis casados o no, si vivís en pareja o no. Tomar la decisión de separarse es difícil, está cargada de dolor, tristeza, vacío e incluso temor, cuesta actuar de forma razonable y con claridad y tomar decisiones adecuadas para cuestiones tan importantes como: la custodia y el régimen de visitas, la organización económica, el acuerdo económico sobre los gastos de los hijos, la división de los bienes y las deudas comunes, qué hacer con el domicilio familiar, el intercambio de información con respecto a los hijos, cómo explicarles que os vais a separar,…en definitiva llegar a la redacción de un convenio regulador, que influye de una manera determinante en la vida de todos los miembros de la familia y nadie mejor que vosotros sabe lo que os conviene. Los acuerdos a los que lleguéis serán satisfactorios y duraderos y contemplarán los intereses de todas las partes.

  “Se separan los padres, los hijos no. ¡Busca su Bienestar!”

 

Si ya estáis separados legalmente,

pero queréis revisar el régimen de visitas, el cambio de domicilio, el acuerdo económico, la elección o cambio de colegio, tenéis discrepancias respecto a las normas de educación de los hijos,…

También pueden aparecer obstáculos en la comunicación con los hijos, estos aprovechan la separación y no es fácil abordarlo de manera conjunta, no hay que olvidar que la ruptura de la pareja no extingue la responsabilidad de ninguno de los padres.

 

Si la relación con vuestros hijos es difícil y los conflictos frecuentes.

Los menores pasan por múltiples momentos que obligan a los padres a tomar decisiones y muchas veces es probable que os sintáis desorientados o incluso desbordados, sentís que se os “escapan de las manos” y no sois capaces de relacionaros, de ponerles normas y que se cumplan, no existe comunicación o es mala, os atacan haciéndoos el blanco de su rabia y su frustración, …

Aunque las discrepancias forman parte de la vida, no se puede ni es necesario vivir en el conflicto. Es hora de promover el dialogo, aceptar la individualidad y las preferencias o criterios.

“Ni los hijos son amigos, ni los padres colegas”

Si tienes conflictos con tus hijos adoptados o en acogimiento: El acogimiento familiar supone la ubicación en una familia de un menor que ha sido separado de su familia de origen. Este acogimiento puede ser voluntario, administrativo o judicial y su temporalidad simple o permanente, en este caso, el vínculo jurídico entre el acogido y su familia de origen permanece. No así en la adopción, donde desaparecen los vínculos de filiación entre el adoptado y su familia de origen.

En ambos casos el menor requiere de un tiempo de adaptación, este periodo dependerá de la edad, de la experiencia pasada, de las habilidades y recursos de la familia adoptante o acogedora. Algunas de las dificultades que pueden aparecer son:

  • La inseguridad, el miedo a los extraños.
  • El seguimiento de las normas.
  • El rechazo a alguno de los miembros de la familia.
  • Las respuestas de agresividad o rebeldía.
  • Problemas para la adaptación escolar.
  • Dificultades para expresar sus emociones e identificar las de los demás.
  • Déficit para el control de los impulsos.
  • Aceptar la información sobre la adopción o la capacidad de hablar de ella. 
 

 Si tenéis dificultades con la familia extensa: Hay veces que la familia se enfrenta a circunstancias que sobrepasan su capacidad de adaptación, por ejemplo llegar a acuerdos y tomar decisiones sobre cómo organizar el cuidado de los padres, especialmente cuando tienen una situación de dependencia o discapacidad, las dificultades pueden ir desde el ajuste emocional o el estilo de vida, la conciliación familiar y laboral, …

Su cuidado requiere de la inversión de tiempo y recursos económicos. Por lo que es importante no solo proteger los derechos de la persona mayor sino buscar una solución para la situación familiar. Habrá que:

  • Repartir roles y responsabilidades entre cada uno de los miembros de la familia
  • Reparto de los costes económicos
  • Conciliar la vida familiar, laboral, social y personal de los cuidadores
  • El cuidado del cuidador principal, sus descansos
  • Llegar a acuerdos sobre quien ostenta la tutela en caso de necesidad de incapacitarles.
  • Cómo y de que manera se administran los bienes de la persona dependiente.

 

 

Otras situaciones pueden ser:

  • Si te vas a casar: por la elección del régimen económico, …
  • Régimen de visitas entre abuelos y nietos
  • Familias ensambladas o reconstruidas

  

 


 
En todos ellos entra la figura del mediador.

 

Áreas de Intervención